A diferencia de lo que ocurre con las personas, para el gato la información captada por el sentido del olfato es la más importante para evaluar su entorno y maximizar su sensación de seguridad y comodidad.

Si el gato percibe olores o feromonas que le resultan intimidatorios, o si no puede expresar sus propias señales olfatorias como se ha descrito anteriormente, pueden aparecer problemas de conducta tales como eliminación inadecuada, exceso de lamido y rascado o enfermedades relacionadas con el estrés (por ejemplo, enfermedad del
tracto urinario).

Los gatitos aprenden a adaptarse a los olores que experimentan por primera vez. Exponer a los gatitos de una manera positiva y gradual a nuevos olores que puedan encontrar más tarde les ayudará a ser más tolerantes a los nuevos olores y a los cambios de olor del entorno en el futuro.

Evite usar sustancias (productos de limpieza, detergentes, arenas perfumadas) que pudieran interferir con los olores que el gato reconoce como propios de su territorio habitual.

Utilice feromonas sintéticas (Feliway) para reducir la ansiedad, favorecer los hábitos de acicalado, el interés por la comida y el uso apropiado de la bandeja.

Si tiene que introducir objetos nuevos en casa, frótelos con prendas que hayan estado en contacto con las glándulas odoríferas del gato en situaciones agradables o rocíelos
con feromonas sintéticas.

Proporcione al gato áreas de rascado para que pueda depositar su olor procedente de las glándulas de sus almohadillas plantares.

Evite limpiar los lugares en los que el gato ha depositado sus marcas faciales. Asegúrese de que cada gato tiene oportunidad de marcar con su olor (por rascado y marcaje facial) las zonas de la casa en las que se ubican los recursos.

Para lavar la cama del gato, hágalo por partes, de manera que siempre haya partes que sigan conservando el olor del gato (“continuidad olfatoria”).